Alfonsa, Aquilina, Miguel, Julia, Margarita, Juani, Vicenta, Jacinto, Manuela, Álvaro, Esperanza, Pepe, Gela, son sólo algunos de los nombres de las personas mayores que durante más de un año se han reunido semanalmente para contarnos historias de su infancia y juventud, para narrarnos cómo eran sus pueblos en los años, 30, 40 y 50 del siglo pasado, cómo se fueron vaciando y transformando a partir de los años 60. Nos han hablado de los trabajos en el campo, de los cuidados, de las fiestas, de las costumbres, de su paso por la escuela, de la ausencia de dinero y del trueque, han relatado acontecimientos históricos que vivieron en primera persona como la guerra civil, la postguerra, la construcción de la presa del Atazar y han compartido sus conocimientos, de agricultura, ganadería, cocina o remedios caseros…Las cientos de reuniones mantenidas han sido el núcleo de una investigación participativa que ha ayudado a conformar una memoria colectiva que ha quedado recogida en el ATLAS DE LA MEMORIA, en vídeos y audios y en el Álbum ilustrado de la Memoria.
A lo largo de las reuniones hemos trabajado con un guion que recogía cuestiones relacionadas con el ciclo anual de trabajos y fiestas y con el ciclo vital. Pero por supuesto este guion se ha quedado suspendido cuántas veces ha hecho falta, para acompañar la tristeza de quien recordaba a un familiar ya desaparecido o una anécdota dolorosa o para escuchar a la trabajadora social contarnos las novedades sobre los servicios de comedor ofrecidos por su entidad.
Pero las Mesas de la Experiencia no han sido un espacio meramente de recogida de información. Cada día empezábamos preparándonos una manzanilla, un poleo o un descafeinado que muchas veces acompañamos con algún dulce que alguna de las participantes se animaba a preparar para la ocasión y entre sorbo y sorbo brotaban además de recuerdos, reflexiones, penas y consuelos. Quienes han querido acercarse a este espacio aun siendo jóvenes, aun no siendo naturales de los pueblos, han encontrado las puertas abiertas y han podido conocer mejor a sus vecinas y vecinos, entender la historia del lugar, los paisajes que lo rodean y los trabajos de agricultura y ganadería que los forjaron, descubrir secretos escondidos en rincones, usos de espacios y palabras en peligro de extinción que ya muy pocas bocas pronuncian.