Hemos recorrido los pueblos y sus alrededores con las personas mayores como guías. Ellas nos han contado dónde lavaban y como, dónde se encontraban los cerdos para ir a la “porcá” y en qué consistía esta, cuáles eran las eras y cómo en ellas se separaba el grano de la paja, que zonas componían cada uno de los tercios para el cultivo de cereal, dónde estaba el pajar destinado al toro semental compartido por el pueblo, dónde estaba antiguamente la fragua y para que se usaba, dónde estaban los raíles que hacían las veces de campanas y se percutían para llamar a misa o cenderas, que edificios han servido como escuela, baile o ayuntamiento y un sin fin de anécdotas.
Las personas mayores nos han mostrado a través de sus recuerdos un mundo rural muy diferente al actual, dónde la economía de subsistencia regía el día a día, dónde los recursos del entorno eran fundamentales para salir adelante, dónde con frecuencia se abordaban trabajos de manera comunal, dónde el trabajo incesante se aligeraba con cantares o bailes amenizados por guitarras, bandurrias y hierros que algunos de los vecinos tocaban, dónde la escuela era un privilegio poco accesible especialmente para las hijas y los hijos más mayores…
Estos paseos han permitido a quienes los guiaban sentir el interés y el reconocimiento del resto de participantes por sus historias de vida y por la Cultura Rural que atesoran mientras que quienes escuchaban han podido conocer mejor los pueblos, la historia que esconden sus calles, edificios o parajes y a sus propias vecinas y vecinos.