PRETÉRITO PERFECTO O LUGARES DE LA MEMORIA

Esta experiencia realizada de la mano de Antonio Muñoz Carrión, antropólogo con larguísima trayectoria y amplio reconocimiento persigue descubrir qué funciones cumple la presencia del pasado en la memoria de los habitantes que vivieron su infancia e incluso parte de su juventud en Patones de Arriba y tuvieron que desplazarse al nuevo pueblo (Patones de Abajo) situado a 800 metros del primero y a 12 minutos a pie.

Como Antonio apunta, ambos pueblos están realmente cerca y sin embargo constituyen dos mundos completamente distintos en cuanto a las posibilidades de vivir en cada uno de ellos y representan dos épocas históricas de la historia local. El de arriba responde a una pauta ancestral de construcción y de vida que podríamos datar hace varios siglos atrás. El de abajo es un pueblo de nueva construcción con todo el confort propio de los pueblos de la zona en la actualidad. Los habitantes de ambos son los mismos en dos etapas de sus vidas.

La experiencia se realizó en dos fases. En la primera se mostró una colección de fotografías inéditas realizadas en Patones de Arriba en el año 1969 por el propio Antonio, solicitando a las participantes de las Mesas de la Experiencia que reconocieran las personas, las casas, las calles y los enclaves fotografiados. En la segunda fase se propuso un paseo por Patones de Arriba recorriendo los lugares fotografiados en el pasado y reconociendo como estos han sido transformados en mayor o menor medida y las causas y formas de dichas transformaciones y compartiendo recuerdos situados como en qué casa habían nacido, en dónde jugaban de niñas, en dónde estaban los animales, lugares donde iban a buscar el agua (la fuente), lugares exteriores de descanso o de tomar el fresco y en dónde hablaban con las amigas, en dónde estaba la escuela, en donde ayudaban a sus madres, como el lavadero del pueblo, etc. Se pretendía reconstruir evocaciones generales e imágenes concretas que mantenían vivas en su memoria y analizar las sensaciones asociadas (nostalgia, rechazo, ilusión, etc.) en un escenario urbano en el que ya todos los espacios han cambiado de forma y de función.

Antonio comparte algunas de sus reflexiones en torno a la experiencia. En cuanto a la primera fase destaca:

  • La capacidad de reconocimiento en las fotos de las personas que aparecen, del lugar y los detalles que han
  • La actitud ante los cambios.
  • Las emociones despertadas por el “choque” que suponía a día de hoy contemplar las fotografías y a través de ellas reencontrarse con los escenarios de su infancia.
  • Como los recuerdos de cada cual coexisten con los de los demás, dicha coexistencia conduce a una visión e interpretación colectiva del pasado que es reconstruida por todos y, por tanto, por ninguno en particular, generando una versión colectiva del recuerdo.
  • Los recuerdos compartidos, reelaborados y mantenidos generan una identidad grupal muy potente entre quienes habitaron antaño en Patones de Arriba.

En cuanto a la segunda fase señala:

  • Las entrevistadas han tenido olvidadas muchas de las experiencias durante una etapa de su vida, pero señalan que ahora, por la edad, probablemente, las vuelven a recordar. De hecho, las entrevistadas suben con frecuencia, por las tardes, dando un paseo, a sus lugares de infancia, los recorren y vuelven a bajar a sus casas en el pueblo nuevo de abajo. En ningún momento se observa rechazo a aquel modo de vida duro y aislado. Expresando en el lugar original de las experiencias (Patones de Arriba) una clara añoranza por lo vivido, a pesar de su aspecto diferente en la forma y en el fondo (a nivel urbanístico, su orientación casi exclusiva al turismo, poca población y sin arraigo, etc).
  • El recorrido por el pueblo se ha realizado buscando las casas actuales a partir de las antiguas, plasmadas en las fotografías realizadas en 1969. Las entrevistadas son capaces de percibir los más mínimos cambios o intervenciones en las edificaciones sin necesidad de recurrir a las fotografías antiguas.
  • No reconocen el nuevo espacio como propio; sin embargo, son capaces de usar la topografía y disposición actual de los elementos como marco de su memoria, de sus experiencias y de su vida de infancia en general. Son capaces de reconstruir mentalmente y describir habitáculos en lugares en donde ya no están, hasta el extremo de que, con frecuencia, se refieren a construcciones que ya solo existen en su memoria.

Antonio comparte algunas conclusiones generales:

  • Al recordar y hacerlo in situ, han aparecido rasgos y microexperiencias que no aparecieron en la reunión de grupo realizada en el Centro de Lectura en la primera fase.
  • El recuerdo, más que individual, es fruto de un pasado compartido con conversaciones y por proximidad al lugar originario, que permite mantenerlo colectivamente.
  • Se ha observado que existe una voluntad de mantener continuidad en el vínculo con el lugar escenario de las experiencias. Dicho vínculo produce un refuerzo compartido en el recuerdo que le otorga estabilidad.
  • Las entrevistadas inciden con más intensidad en los recuerdos de prácticas sociales en las que han sido protagonistas, copartícipes o testigos de algún acto o actividad concreta.

Y a modo de conclusión final apunta:

La reconstrucción del pasado, con la continuidad identitaria que se deriva de esta, se ve implementada por el acceso a los marcos físicos que enmarcan y estabilizan aquello que vivieron juntas. Por tanto, una memoria sin marcos, no podría asentarse en un escenario y más que recuerdo podría confundirse con mera imaginación; es decir, que el recuerdo y la continuidad del mismo en el colectivo se produce fundamentalmente cuando se une con los marcos que son los que le otorgan estabilidad.

En este caso estudiado, los marcos designan las casas, corrales, calles, cuestas, río, puente, fuente, lavadero, escuela, iglesia, que crean una cartografía mental compartida que sirve para arraigar el recuerdo, los cambios, la propia historia autobiográfica de cada cual y de los demás y la identidad emanada de todo ello.